La innovación aparece como un concepto central en los escenarios educativos, contemplando distintas concepciones. Entre todas ellas entendemos a la innovación como la introducción de cambios en las prácticas educativas con el fin de conseguir mejoras y aportar valor a los procesos de enseñanza y aprendizaje, dando lugar así a acciones y dinámicas que provoquen nuevas experiencias significativas en las aulas. Este concepto generalmente aparece asociado a otros como creatividad, novedad, emprendimiento, transformación, entre otros.
Innovar nos dice Zabalza (2004) es introducir cambios justificados (poniendo más énfasis en lo de “justificados” que en lo de “cambio” sin más). La calidad del cambio dependerá de lo valioso que sea y de su justificación (por qué razón se introdujo y en base a qué criterios se espera que mejoren las cosas). “…Un cambio cualitativo significativo respecto a la situación inicial en los componentes o estructuras esenciales del sistema o proceso educativo. La innovación supone, también, partir de lo vigente para transformarlo” (Arias, 2014, p.6). Este proceso, señala Arias, permite considerar que la innovación no es tan solo un producto, sino, y sobre todo, un proceso y una actitud o posicionamiento ante el hecho educativo.
Entonces, innovar no es sólo hacer cosas distintas sino hacer cosas mejores (Zabala 2004). Innovar no es estar cambiando constantemente (por aquello de identificar innovación con cambio) sino introducir variaciones como resultado de procesos de evaluación y ajuste de lo que se estaba haciendo. La cuestión es introducir procesos innovadores que vayan asentando prácticas que supongan una mejora de la calidad de lo que se está haciendo.
Cuando una institución educativa incorpora procesos innovadores a sus prácticas cotidianas empieza a desarrollar una cultura innovadora, la cual puede concebirse como el conjunto de creencias de la comunidad académica para comprender los significados y formas que los diversos agentes le otorgan a la innovación educativa, y la manera en que se implementa en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Los procesos de transformaciones profundas se logran de diferente manera, con cambios simples o innovaciones incrementales y no necesariamente disruptivas (Suasnábar, C. 2023), porque implican nuevas apropiaciones culturales en sus protagonistas. Este proceso es complejo y demanda la construcción colectiva, para superar la inercia o bien la incertidumbre que provoca lo desconocido, debe ser planificado y acompañado con diversas estrategias institucionales. Este evento avanza en esa dirección.